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Jenny Ramírez Zavala, de 37 años, fue declarada sin vida ayer a las 2:00 de la tarde luego de un derrame cerebral, pero ella “no murió, sigue viva porque su corazón sigue latiendo, sus ojos siguen viendo”, expresó su prima Pamela Zavala, pues sus órganos fueron donados a 21 personas.

El lunes 13 de junio por la mañana, Jenny le dijo a su supervisor que le dolía su cabeza en exceso y que debía retirarse; sin embargo, ahí mismo se desvaneció y fue trasladada a un hospital en Laredo, y ante la ausencia de un médico neurocirujano fue llevada en helicóptero a San Antonio, siendo atendida cuatro horas después.

Jenny, quien es recordada con cariño como una persona muy alegre, bromista, siempre con la iniciativa de celebrar a sus seres queridos, hoy deja atrás a su esposo y un bebé de 3 meses, luego de que por años intentara tener hijos.

Residente de la región de ambos Laredos, conoció a su esposo en Nuevo Laredo en donde están sus familias, para después irse a vivir al lado americano.

Un sentimiento agridulce invade a su familia, pues se enfrentan a la tristeza causada por su repentina ausencia a la par de saber que su muerte dio nueva esperanza de vida a 21 personas.