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Opinión:

Por Oscar Díaz Salazar
Ya se equivocó una vez el gobernador Cabeza de Vaca, al encumbrar a quien parecía ser su alter ego, al ceder poder y autoridad a quien imagino cómo su “otro yo”, al impulsar a un político que parecía estar hecho a su imagen y semejanza.
El pirrurris de Matamoros, Héctor Escobar, sorprendió y agradó a Cabeza de Vaca, por su habilidad para discursear, su talento para la oratoria. Además del fondo para la campaña de gobernador, que le juntó el padre del diputado Héctor Estorbar, al ahora gobernador le agradó escuchar al Doctor en Educación cuando recitaba el discurso “único”, que con ligeras variantes ha venido repitiendo desde hace cinco años, cuando se acercó al PAN y a Cabeza de Vaca.
Lo que no entendió el gobernante, es la diferencia entre “recitar” un discurso, con ademanes y modulación de voz, y otra muy diferente es improvisar un discurso, para lo cual se requiere, además de frases bonitas y expresiones prefabricadas, tener ideas, vivencias, información, propuestas, recuerdos, sentimientos y conocimientos.

El Doctor Estorbar, Licenciado, Maestro y Doctor de la escuela de su padre, está recorriendo la trayectoria típica de un político, pero en sentido inverso. El tiempo lo ha venido colocando al nivel que su incompetencia le depara. De continuar en esa ruta, de mantener esa inercia, en la siguiente elección será regidor del ayuntamiento de Matamoros, ocupará el espacio a la medida de su capacidad y talento, que por cierto fue sobrevalorado por García Cabeza de Vaca.
Lo que ocurrió con el diputado Héctor Escobar, le puede ocurrir también, al gobernador Cabeza de Vaca, con la diputada Yalheel Abdala Carmona, que también cultiva el arte de la oratoria.
Hija de un locutor de radio, la neolaredense ha usado la herramienta del discurso y su grata figura, para triunfar en política. Regidora, diputada federal, diputada local y presidenta del Comité Directivo Estatal del PRI, son los cargos que ha desempeñado en su meteórica carrera política.

Yalheel Abdala dejó las filas del PRI con un texto de renuncia que circuló este fin de semana. Deja al partido que tanto le ha dado, precisamente cuando ya no tiene para dar, antes al contrario, demanda ser correspondido por quienes fueron favorecidos en el pasado inmediato.

A la neolaredense la adoptó el gobernador Cabeza de Vaca. Es fácil entender lo que vio el jefe real del panismo tamaulipeco en la diputada que fue actriz principal en la puesta en escena del espectáculo titulado ” Nos deben siete mil millones de pesos”. ¿qué vio Cabeza de Vaca en Yalheel? La vio a ella, y también se vio en ella. Vio que miente con vehemencia, que se envuelve en su propia bandera, que recurre a la retórica simple de ubicar y señalar a los malos, en este caso AMLO, y de instalarse en el casillero de los buenos. Que no tiene escrúpulos para cambiar de bando. Que transita por la vida sin sentir culpas ni arrepentimientos que producen la autocrítica.
¿Habrá algo más que palabras en Yalheel?. Tendrá algo más que ofrecer, que no sean los discursos quejumbrosos, estridentes y en tono de reclamo, cada vez menos atractivos. Sus palabras, como su figura, pierden encanto.
Su argumento para renunciar al PRI, basado en la urgencia de afrontar los tiempos extraordinarios que demandan la unión de todos y el sacrificio para terminar con el mal gobierno de Lopez Obrador, resultan un mal chiste en boca de uno de los ejemplares más representativos del viejo PRI – gobierno.
En fin, veremos a donde llega esta sinergia de políticos.
Bien dicen que Dios los hace y ellos se juntan.