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Con tres declaraciones a medios de comunicación en menos de una semana, el precandidato republicano Donald Trump ha puesto a tambalear el orden internacional y décadas de esfuerzos internacionales para evitar la proliferación nuclear.

“No preferirías que Japón tuviera un arma nuclear”, dijo Trump el martes durante un cabildo abierto organizado por la cadena CNN en Wisconsin, argumentando que sería una mejor manera para ese aliado asiático protegerse de la amenaza que representa Corea del Norte y su arsenal nuclear.

Desde que el fin de semana ofreció a The New York Times y The Washington Post una primera visión de lo que sería su política exterior, el puntero de las primarias republicanas insiste en su tesis de que Estados Unidos debe replegarse en la escena internacional y dejar que los países que ahora dependen de su poderío militar se defiendan a sí mismos, incluso desarrollando armamentos nucleares.

Esas palabras en boca de un potencial presidente estadounidense pueden crear un peligroso cortocircuito en el delicado orden internacional y mandan una señal contraria a lo que han sido los esfuerzos de décadas de Washington, sus aliados europeos y de la Organización de Naciones Unidas, de evitar la proliferación de este tipo de armamentos.

Paraguas nuclear

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial la piedra angular de la política de no proliferación ha sido que aquellos países que puedan contar con el llamado paraguas nuclear estadounidense (en otros casos, el ruso heredado de la era soviética) no tienen necesidad de desarrollar ese tipo de arsenales.