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Los hospitales de Brasil están colapsando a medida que una variante del coronavirus altamente contagiosa se extiende por el país. Al mismo tiempo, el mandatario brasileño, Jair Bolsonaro, insiste en tratamientos no probados, y el único intento de crear un plan nacional para contener el COVID-19 se ha quedado corto.
Últimamente los gobernadores brasileños han intentado hacer algo que el presidente rechaza categóricamente: concebir una propuesta para que los estados ayuden a frenar el brote más letal del virus hasta la fecha. Se esperaba que incluyera un toque de queda, la prohibición de organizar eventos multitudinarios y límites a las horas en las que pueden funcionar los servicios no esenciales.

El 10 de marzo se presentó el documento, de una página. Supone un apoyo general a la restricción de la actividad, pero carece de medidas específicas. Seis gobernadores, todavía temerosos de enfrentarse a Jair Bolsonaro, se negaron a firmarlo.

A menos que se alivie la presión sobre los hospitales, cada vez más pacientes tendrán que pasar la enfermedad sin una cama en un centro sanitario ni con la esperanza de recibir tratamiento en una unidad de cuidados intensivos, lamentó el gobernador del estado de Piauí, Wellington Dias. El político dirige el foro de gobernadores.

De hecho, ya se están registrando las primeras muertes. En la región más rica de Brasil, Sao Paulo, al menos 30 pacientes fallecieron en marzo esperando una cama en la UCI, según un conteo publicado por la web de noticias G1. En Santa Catarina, al sur del país, 419 personas esperan ser trasladadas a una cama en una unidad de cuidados intensivos, y en el vecino Río Grande do Sul las UCI están al 106% de su capacidad.

Alexandre Zavascki, médico en la capital de Río Grande do Sul, Porto Alegre, describe la llegada constante de pacientes con problemas respiratorios.

“Tengo muchos compañeros que, a veces, paran a llorar. Esta no es la medicina que estamos acostumbrados a practicar. Esta es una medicina adaptada para un escenario de guerra”, explica Zavascki, que supervisa el tratamiento de enfermedades infecciosas en un hospital privado.