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Cuando el tiroteo terminó a la luz de la luna del 18 de enero de 1918, los cuerpos de 15 muchachos y hombres mexicanos no armados de entre 16 y 72 años de edad yacían regados en la maleza río abajo de Porvenir, Texas.

Después de que los asesinos cabalgaron alejándose en la oscuridad, las mujeres aterradas, los niños y otros sobrevivientes huyeron cruzando el Río Bravo. A la mañana siguiente, una mujer vieja llegó de México con una carreta para recuperar los cuerpos.

“La pequeña y callada villa de Porvenir con sus granjas pacíficas y hogares felices ya no existía. Los Rangers y cuatro vaqueros dejaron 42 huérfanos esa noche”, fue el amargo recuento de Henry Warren, el maestro de la escuela local, cuyo suegro, Tiburcio Márquez, falleció en la masacre.

Aunque los esfuerzos tenaces de Warren y otros por encontrar justicia para aquellos asesinados fueron en vano, los fantasmas de Porvenir, Texas se niegan a desvanecerse calladamente en la historia.

Trabajo arqueológico reciente, incluyendo el análisis de las balas y los casquillos encontrados en la escena de las ejecuciones, está volteando de cabeza la —por mucho tiempo aceptada— narrativa histórica del evento.

Los Rangers de Texas habían mantenido que a ellos les dispararon desde la oscuridad cuando se acercaban al poblado, y que habían disparado en defensa propia. La Caballería de Estados Unidos declaró que no habían matado a nadie, sino que encontraron los cuerpos de las víctimas a la mañana siguiente mientras hacían su patrullaje.

Los nuevos hallazgos cuentan una historia diferente.

“Las cosas encontradas donde se cree que ocurrió la masacre sugieren que tanto los militares como los civiles participaron. Las Colts .45 eran típicamente usadas por los civiles y los Rangers. Las armas .30-06 eran típicas del ejército”, aclaró para el San Antonio Express News David Keller, un arqueólogo radicado en Alpine, Texas, quien ha visitado varias veces Porvenir, Texas.

En noviembre, Keller dirigió a un equipo de cuatro arqueólogos en una excavación científica en ese pueblo. Los acompañaron fotógrafos, realizadores de documentales, un historiador y otros.

“La mayoría de la evidencia que encontramos es militar, lo cual no es lo que deberíamos haber hallado de acuerdo con la historia prevaleciente, de que el crimen fue perpetrado por Rangers de Texas y ‘justicieros’ locales”, comentó.

Las balas y casquillos que recuperaron junto con otros que habían encontrado años atrás, fueron enviados al arqueólogo de campos de batalla Douglas D. Scott, mejor conocido por su trabajo de análisis del campo de batalla de Little Bighorn, donde el general Custer perdiera su vida.

La semana pasada, Scott —quien también es un experto en armas de fuego— entregó sus conclusiones basadas en la evidencia balística.

“Asumiendo una pistola por tirador, el análisis del señor Scott sugiere un mínimo de nueve a 10 hombres, seis o siete de los cuales estaban disparando municiones militares mientras que otros tres disparaban balas civiles”, reportó Keller.

Scott también determinó que una de las balas tenía fragmentos de hueso incrustados.

“No podemos aseverar de manera definitiva que es humano, pero considerando el contexto, es probable que sea una bala usada para matar a una persona.

Agregó que las nuevas evidencias arrojan “una duda muy grande“ sobre las declaraciones de que la milicia no había estado directamente involucrada en la masacre.

Cerca de media docena de Rangers de Texas, ganaderos locales y caballería de los Estados Unidos, todos fuertemente armados llegaron a Porvenir, Texas esa noche fatal. La excusa para su visita fue el ataque criminal realizado al Rancho Brite un mes atrás, el día de Navidad.

Sin embargo de acuerdo a Warren, el maestro local de la escuela, culpar a la gente de Porvenir, Texas del ataque fue un cuento muy conveniente.

“La verdad es que los mexicanos estaban en Porvenir, Texas la Navidad de 1917, y el Rancho Brite estaba a unos 65 kilómetros de distancia, sin camino de por medio, ni siquiera una vereda entre los dos lugares”, escribió en su recuento de los hechos.

La masacre de Porvenir, Texas fue una de muchos episodios fatales que involucraron a habitantes de ascendencia mexicana durante la década de la Revolución Mexicana, la cual trajo oleadas de violencia y asaltos a lo largo de la frontera México-Estados Unidos.

El sangriento incidente ahora se muestra en una exhibición llamada “Vida y Muerte en la Frontera: 1910 a 1920” en el Museo Bullock de Austin. Examina las a menudo violentas medidas que usaban los ‘justicieros’ y las autoridades de Estados Unidos.

“Esa década fue testigo de un fuerte incremento en los asesinatos de mexicanos por un grupo de agentes de la ley y gente relacionada con ellos. Matar mexicanos se volvió una idea aceptable”, explicó Trinidad Gonzales, profesor de Historia en la Universidad del Sur de Texas en McAllen.

“El asunto con la masacre de Porvenir es que provocó un incidente internacional. El gobierno mexicano comenzó a cuestionar al Departamento de Estado de los Estados Unidos qué estaba sucediendo”, comentó Gonzales, uno de los estudiosos que preparó la exhibición.

“El resultado inmediato de dicha masacre fue que el gobierno del estado lanzara una investigación sobre la actividad de los Rangers. Las llamamos las audiencias (José) Canales, y la masacre de Porvenir, Texas fue un catalizador”, explicó Gonzales.

Además de protestar a través de canales oficiales, México abrió un juicio interrogatorio en Ojinaga, donde tomó testimonios de los sobrevivientes de Porvenir, Texas, de los cuales se anexaron transcripciones a la investigación Canales.

Unos pocos Rangers de Texas fueron despedidos o renunciaron por este asunto, pero a nadie se le fincaron cargos penales. La caballería básicamente salió libre de toda culpa.

La versión de la masacre que aún se encuentra en el “Manual de Texas”, la historia oficial del estado, cita fuentes que dijeron que “los mexicanos” fueron los culpables de la violencia.

Una fuente acusó a Porvenir, Texas de ser hogar de “ladrones, informantes, espías y asesinos”.

El manual también cita a otros, incluyendo a Warren, quien culpó a los Rangers de la “destrucción mayoritaria de estos mexicanos”.

“El papel que jugó la Caballería de los Estados Unidos no está muy claro”, en las notas de citas del manual, agregando solamente que: “Los reportes de prensa de aquel tiempo afirmaban que el Ejército no había tenido algo que ver en absoluto en ese asunto”.

El historiador y autor Glenn Justice, de 67 años de edad, quien ha pasado tres décadas estudiando los asesinatos y hace 15 años encontró el sitio de los disparos con ayuda de un sobreviviente, está dirigiendo la presión para una reevaluación.

“No he encontrado un solo bandido o ratero en Porvenir, Texas, o evidencia alguna de que ellos hayan tenido algo que ver con el asalto al Rancho Brite. Solamente he encontrado que eran granjeros humildes tratando de evitar la guerra en México.”, declaró.

Solamente un par de viejas pistolas, pero ni un caballo del Rancho Brite ni bienes que fueran evidentemente robados de la tienda del mismo, se pudieron encontrar en la búsqueda de casa en casa realizada en Porvenir, Texas”, comentó.

“Se debe entender que había una guerra civil en Chihuahua, la Revolución Mexicana, en la que más de un millón de gente murió o desapareció. Muchos de los rancheros estadounidenses a lo largo de la frontera tuvieron que abandonar sus casas debido a la violencia”, agregó.