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Tras cuatro semanas de gobierno al fin Melania Trump acompañó al presidente en una recepción oficial en la Casa Blanca. Las críticas a que no esté ejerciendo sus funciones como primera dama y el creciente protagonismo de Ivanka dibujan el telón de fondo de esta primera aparición.

Todo en el gobierno de Trump es diferente, hasta la primera dama. Melania advirtió tras las elecciones que no se mudaría a la Casa Blanca con su marido, sino que viviría en Manhattan hasta que su hijo Barron terminase la escuela. Por eso la esposa del presidente no ha estado en Washington para recibir a importantes mandatarios de países aliados como la primera ministra británica, Theresa May, o el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Sí recibió a Shinzo Abe, primer ministro de Japón, pero lo hizo en la residencia de fin de semana de los Trump en Florida.

La primera aparición de Melania Trump en la Casa Blanca tardó en llegar. Hoy el matrimonio Trump recibió a Benjamin Netanyahu y a su esposa Sara. Esta primera entrada de Melania tiene lugar en una semana plagada de polémicas acerca del papel de la primera dama. Por un lado se critica el gasto que supone que Melania y Barron vivan en Nueva York, pues su seguridad sería más sencilla —y barata— si se alojara en la Casa Blanca. Estas críticas se suman al revuelo por la seguridad de la información que maneja el presidente Trump cuando se encuentra en Mar-a-Lago. Las residencias de los Trump están dando quebraderos de cabeza a las fuerzas de seguridad y están también en el ojo público.

La decisión de Melania de vivir lejos de Washington y tomarse las cosas a su ritmo no carece de importancia, pues existen algunos deberes de los que no puede escapar fácilmente. Su equipo es el encargado de organizar los recorridos públicos por la Casa Blanca, pero debido a que aún no escoge al personal para su oficina (excepto por Lindsay Reynolds, su jefa de gabinete, a quien nombró hace dos semanas), estos no han podido comenzar. La dejación de esta función de la primera dama llegó incluso al Congreso que presionó para acelerar el comienzo de las visitas, por no hablar de Twitter, donde hasta el senador republicano Chuck Grassley preguntó qué pasaba y cuándo se reanudarían estas visitas. Y obtuvo su respuesta: Melania aseguró en un comunicado que comenzarían de nuevo el 7 de marzo.

El controvertido papel de Ivanka Trump como ejecutora de algunas de las labores de la primera dama también salpica a la esposa de su padre, ya que cada vez que aparece en actos oficiales la pregunta obligada es: ¿dónde está Melania? Este lunes la hija de Donald Trump subió a su Instagram una foto sentada en la silla del presidente del despacho oval, entre el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau y el propio Trump. La imagen creó un gran revuelo por el simbolismo de ese sillón en el que solo se sientan los presidentes del gobierno. Las acusaciones por nepotismo, por propaganada y por aprovecharse de las insituciones para engrandecer su imagen fueron muy numerosas.

Críticas parecidas se vertieron contra Melania. Sin haber ni siquiera aparecido de manera oficial en la Casa Blanca, la primera dama demandó al Daily Mail por la pérdida económica que podría causarle un artículo publicado por el medio inglés que sugería que había sido escort. La demanda sugería que ella podría monetizar su papel como primera dama y el daño a su imagen causado por la publicación supondría la pérdida de esos ingresos. El escándalo que generó que una primera dama estuviera pensando en economizar su rol fue inmediatamente acallado por sus abogados, que salieron al paso a aclarar que eso nunca había estado en sus planes.

¿Por qué apareció ahora Melania? ¿Por qué con Netanyahu? Nadie lo sabe. Quizás todas estas críticas a cómo está desempeñando su papel, a su dejación de funciones, han provocado que la primera dama comience a ejercer su rol. Quizás es solo un hecho aislado y tardaremos tiempo en volver a ver a Melania en la Casa Blanca.